Hoy se inició el quinto día de un juicio en la ciudad de Avignon que ha convulsionado a la sociedad francesa. Se trata de más de 50 inculpados, incluido el esposo de la víctima, Gisèle Pélicot. Su pareja durante una década la drogaba sin su conocimiento para que estos hombres pudieran abusar de ella y filmar las escenas.
Al iniciar el juicio el presidente del tribunal penal realizo la lectura de un resumen del expediente, conformado de 31 volúmenes de documentos, que da cuenta de los actos de 51 hombres (de los 72 que los investigadores lograron identificar), gracias a las fotos y videos encontrados en posesión de Dominique Pélicot, el esposo de 71 años.
El relato de los hechos inicia el 12 de septiembre de 2020, cuando Dominique Pélicot, fue detenido por un guardia de seguridad en un supermercado al ser descubierto filmando bajo las faldas de las clientas. Al ser interrogado explicó que había “actuado bajo impulsos” que “no pudo controlar”. Posteriormente durante los registros, los investigadores encontraron miles de fotos y videos en los que su esposa aparecía siendo violada por desconocidos en su domicilio.
En ese momento Gisèle descubrió que desde 2011 su marido, a quien consideraba “un buen tipo”, la había entregado para ser violada a decenas de hombres mientras ella dormía bajo los efectos de medicamentos como benzodiazepinas, que la sumían en una forma de coma.
El esposo quien era considerado en un padre de familia modelo publicaba la posibilidad de violarla en un de un foro en internet. Según señala el periódico Le Monde, solo dos personas de las 72 se negaron a participar de estos actos, pero no denunciaron el hecho; algunos de los otros la violaron hasta seis veces.
Al inicio del juicio Gisèle Pélicot solicito que este fuera público, para que los acusados fueran reconocidos, expresando que “la vergüenza debe cambiar de bando”. Durante estos días, ha soportado, apoyada por sus tres hijos, el relato de estos acontecimientos que durante mucho tiempo tuvo consecuencias físicas que no tenían explicación.
En la última década ella había sufrido problemas de memoria, enfermedades de transmisión sexual y malestares para los que los médicos no tenían una causa concreta. Sus hijos habían insistido en que visite a un psiquiatra pensando que podría sufrir un principio de Alzheimer que le provocaba aquellas lagunas en la memoria.
Durante el juicio han salido a la luz evidencias inesperadas, como una carpeta con fotos y videos de la hija de la pareja tomadas por el padre. Esto causo perturbación en una de las fechas del juicio.
Los acusados que se enfrentan a 20 años de prisión (lo máximo que permite la ley francesa), alegan que no sabían que la mujer no se encontraba consciente ni que no había dado su consentimiento.
En el país de la ilustración, de los valores republicanos, estas historias no son nuevas. Conocemos el caso del periodista Gabriel Matzeneff y Vanessa Springora, sobre el abuso sufrido por ella siendo menor de edad; el caso de Olivier Duhamel, conocido politólogo de Science Po, que violo durante años al hijo preadolescente de su pareja; o el caso Dominique Strauss-Kahn, ex director del Fondo Monetario Internacional, quien abuso de una camarera en un hotel de New York, un hombre protegido por la elite francesa.
El abuso sexual, la violación y muchos tipos de violencia, son situaciones a las que las mujeres, en todos lados, deben enfrentarse a lo largo de sus vidas. Los hombres que cometen estos actos no son “enfermos”, “monstruos”, «desadaptados», son familiares, padres, vecinos, profesionales, etc., formados en la cultura de la dominación y el poder sobre las mujeres.