El pasado viernes, un grupo de más de 200 familias desplazadas de San Isidro, en la selva del Pacífico colombiano, regresaron a sus tierras después de dos años viviendo en un coliseo en Buenaventura.
Este retorno marca un hito significativo para estas familias que huyeron en abril de 2022 debido a los enfrentamientos entre el Clan del Golfo y la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN). La presencia militar fue crucial para garantizar la seguridad de los ciudadanos durante su regreso.
Consuelo Manyoma, una de las desplazadas, expresó su alegría al ver nuevamente el río Calima y los jóvenes disfrutando del agua. San Isidro, situado en una ruta clave del narcotráfico, había sido escenario de violencia y muerte.
A pesar de los acuerdos de paz de 2016, la llegada del ELN y posteriormente del Clan del Golfo, trajo consigo nuevos conflictos. Las familias desplazadas sufrieron en el coliseo, viviendo en condiciones precarias y con escasa ayuda humanitaria.
El regreso fue posible debido a una mejora en la seguridad en el Bajo Calima. Según el coronel Ricardo Alberto Visbal Heilbut, las fuerzas armadas lograron desmovilizar a parte del Clan del Golfo en la región.
Sin embargo, Pedro Evangelista Valois, un habitante retornado, expresó su preocupación por el futuro y la seguridad en la selva, donde muchos deben volver a trabajar para subsistir. La incertidumbre y el miedo aún persisten entre los pobladores, a pesar de la alegría del retorno.
Para mejorar las condiciones de vida en San Isidro, el Gobierno ha planeado inversiones significativas en infraestructura y servicios básicos.
Claudio González, líder comunitario, mencionó que se espera la implementación de un programa estatal que incluiría la construcción de viviendas, pavimentación de vías y mejora en la educación y la salud.
Estas medidas buscan no solo evitar futuros desplazamientos, sino también brindar un mejor futuro a los habitantes de San Isidro, quienes sueñan con una vida tranquila y próspera en su territorio.
Fotografía: Ever Andrés Mercado
