China anunció que impondrá aranceles del 84% a una amplia gama de productos estadounidenses como respuesta directa a los impuestos del 104% que Donald Trump aplicó a las exportaciones chinas.
La medida, que entra en vigor el 10 de abril, fue descrita por Pekín como una acción necesaria ante lo que considera políticas comerciales proteccionistas y hostiles de Washington. Aunque no se detallaron todos los productos afectados, se espera que los sectores agrícola, automotor y tecnológico reciban el mayor impacto.
Esta decisión profundiza la guerra comercial que comenzó durante el primer mandato de Trump, y que, lejos de resolverse, continúa escalando.
Pekín advierte que solo negociará si EE.UU. adopta una actitud de respeto mutuo, mientras señala que Washington ha incumplido acuerdos previos, como el de no presionar para la transferencia forzada de tecnología.
El conflicto también ha afectado a empresas como TikTok, usada por ambos gobiernos como herramienta de presión.
El modelo proteccionista de Trump demuestra una vez más su ineficacia: sus aranceles no han reducido el déficit comercial ni fortalecido la industria nacional, y en cambio han generado inflación y riesgos de recesión en EE.UU.
Al priorizar medidas de impacto político sobre soluciones estructurales, Trump pone en riesgo tanto la economía estadounidense como la estabilidad global.
