El pasado sábado por la tarde, el expresidente Donald Trump fue víctima de un atentado durante uno de sus mítines en Butler, Pensilvania.
El sospechoso, un joven de 20 años identificado como Thomas Matthew Crooks, disparó ocho veces con un fusil AR-15 desde la azotea de un edificio industrial situado a 150 metros del lugar del evento.
Crooks, quien no tenía antecedentes penales y era un votante republicano registrado, fue abatido por agentes del Servicio Secreto inmediatamente después del ataque. A pesar del incidente, Trump resultó herido levemente en la oreja.
El ataque generó pánico entre los asistentes, aunque la reacción fue controlada gracias a la rápida intervención de los agentes de seguridad. Dos personas resultaron heridas de gravedad y una perdió la vida.
Los motivos de Crooks aún se desconocen, pero se sabe que tenía explosivos en el maletero de su coche y en su casa. Este atentado ha planteado serias dudas sobre la eficacia del operativo de seguridad, ya que el agresor logró posicionarse en un lugar estratégico sin ser detectado a tiempo.
El secretario de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Alejandro Mayorkas, reconoció que el atentado fue un «fallo» de seguridad. Mayorkas anunció que se llevará a cabo una investigación independiente para determinar cómo ocurrió el ataque y para implementar medidas que eviten que algo similar suceda en el futuro.
La directora del Servicio Secreto, Kimberly Cheatle, también confirmó que se han realizado cambios en el equipo de seguridad de Trump para garantizar su protección continua durante la campaña.




Nelson Barbosa, exagente especial del FBI, comentó que la situación refleja la polarización política actual en Estados Unidos, donde el odio y la burla hacia figuras políticas como Trump o Biden pueden incitar a individuos a cometer actos extremos.
Barbosa subrayó que el atentado fue un grave error del Servicio Secreto y de las autoridades locales, y que la determinación de Crooks de llevar a cabo el ataque muestra hasta qué punto una persona puede estar dispuesta a actuar en base a sus creencias y deseos de reconocimiento.